domingo, 15 de mayo de 2016

EL HOMBRE DE LA CARA ENJABONADA


Hay cosas que carecen de importancia, pero ésta sin duda lo tenía. Terminaba de enjuagarse la cara cuando una hilera de rostros fueron apareciendo en el espejo hasta que, constituidos ya en multitud, se adueñaron de todo. Uno de ellos, probablemente aquél de la izquierda superior con carita de niño bueno, fue el que mató a Kafka y el que en la noche mil dos dejó en blanco la imaginación de Sherezade. Aquel hombre de la cara enjabonada se atrevió a hundir sus manos en la sombra de lo que no podemos conocer, y pagaba así las consecuencias de su osadía.

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