sábado, 14 de mayo de 2016

PRIMERO FUE EL NOMBRE


Primero fue el nombre. No sé sabe cómo ni mucho menos por qué se le congeló el nombre, aunque sí se sabe que fue el nombre lo primero que se le congeló.  Más tarde le llegó el turno al paladar, y eso sí se sabe que fue de tanto repetir un nombre, el suyo, que como ya sabemos padecía en sus propias carnes los rigores de la vida bajo cero. Finalmente el párroco del pueblo confirmo que fue el alma entera del parroquiano la que se quedó tiesa y fría como un cubito. De noche soñaba, como no podía ser de otra forma, con un paraíso de hidrógeno líquido y con un silencio que extendería su dominio por todo el orbe. Su frialdad en el análisis de las pasiones humanas se hizo proverbial.

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