jueves, 19 de mayo de 2016

FEALDAD

Su fealdad alcanzó el máximo nivel de clasicismo posible, es decir, llegó a su grado máximo de perfección, a tal extremo que dolía con solo mirarle. De entre todo lo provechoso que existe en el cielo y la tierra la acción de no-mirarle, cultivar en ese sentido cierta suerte de quietismo, era lo menos hiriente que podía hacer y lo menos ofensivo a los ojos de un creador que, en modo alguno, quería asumir la responsabilidad última de su obra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario