miércoles, 28 de septiembre de 2011

COMO UN DIOS SIN NOMBRE

Delirante como un dios sin nombre, quiso olvidar y casi lo logra. Primero oró (amor, dijo, viejo enigma que hieres, dueño del tiempo, señor de la nada, rey de la carne batida), y acto seguido, sus abyectas manos repartieron entre los necesitados el pan del deseo de cada día en lonchas de puro afán. Le vi huir elevando sus alas, embadurnadas para siempre en el fango de lo real.

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