Una bestia con aspecto de amo observaba la tragedia con esa indiferencia despreocupada y burlona tan propia de quien pretende que nada le vaya y nada le venga con aquello que acontece en su presencia. En su presencia, otra bestia, una bella bestia con todos sus pelos, se desesperaba por no poder seguir a la liebre dentro del zarzal.
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