jueves, 1 de septiembre de 2011

LA POLILLA

Necesitada de luz, como siempre, pero desacostumbradamente tranquila, la polilla volaba en derredor de un sol nocturno con apariencia de soledad. Su instinto nocturno regía el mundo, estaba cansada, y no estaba dispuesta a aceptar la opinión de otro tonto más con el estómago repleto de cortezas de cerdo. Intuía la muerte y, en un rictus diabólico, decidió fundar y vivir en su propio error.

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