Lleno de sí, opaco y satisfecho consigo mismo, el hombre del dni electrónico se refugió en su submundo (junto a los hombres que miraban el suelo y a las mujeres que hablaban del amor romántico) y se vio obligado a elegir entre el misterio o el absurdo. Un día intemporal, sin que pueda saberse cómo, desapareció en la nada.
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