martes, 20 de septiembre de 2011

FILÁNTROPO

Sin más objeto que el de la pura recreación, sus palabras se desplegaban sobre el papel como un manto de delicias en el que, con todo género de detalles, quedaba reflejado la podredumbre que emanaba de la especie reinante. Se llamaba Filántropo, pero el optimismo de su voluntad no le impedía ver cómo, una tras otra, un día tras otro, sus palabras volvían vencidas, ora por la indiferencia, ora por el olvido. Aún así, amaba.

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