martes, 6 de septiembre de 2011

LA CARNE QUE SERÍA COMIDA EL VIERNES

En aquella estancia había escuchado tontería suficiente para dar y tomar y con lo que quedara dar de comer a los perros, pero aún no había encontrado el pan duro que merecían sus dientes. Como fuere, abandonó el debate sobre uno de los libros nunca encontrados de Tito Livio y, en busca de fantasía fresca e imprevisible, se refugió en la cocina. Allí, con sus manos gruesas y cortas, preparó la carne que sería comida el viernes.

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