- ¿Estás ahí?
- No sé muy bien sí estoy. Creo que sí
porque por momentos parezco constipado y eso debe señal inequívoca de que
estoy. Y tu? Veo que has sobrevivido a las fiestas, y eso habla mucho y bien de
tu fortaleza de espíritu.
- Yo también estoy aquí, más o menos como
estamos casi todos: sin muchas ganas de estar donde estamos. He sobrevivido a
las fiestas porque la alternativa que tenía, morirme, era mucho más engorrosa y
menos eficiente que la aguantar el tirón, que es lo que al final he hecho. Me
gustaría estar en Addis Abeba, pero entonces no sabrías cómo comunicar conmigo.
- Sí, pasarían los días y no sabría nada de
ti. Claro que siempre podríamos comunicarnos por correo.
- Sí. Correo. No sé si sería capaz de leer
los correos pero, de haber una forma de comunicarse conmigo, supongo que sería
esa. Claro que, a lo mejor, la dinámica social en el cuerno de África me
empujaría a abrir una cuenta en facebook. O peor aún: a lo mejor me caígo del
caballo y tengo una revelación con el whatsapp, que para estas cosas de la
distancia dicen que es muy útil.
- Ese día, el de la caída del caballo y el
descubrimiento del whatsapp, no sé si será un buen día. Dios no lo quiera pero,
probablemente, el día que tengas esa revelación ya no tendrás la cabeza en su
sitio y pretenderás ducharte con wifi y utilizar el teléfono a modo de
alcachofa.
- Te noto raro. Dices cosas ex trañas
- Lo normal es que diga cosas ex trañas,
aunque lo que más me gusta es decir cosas in trañas, pero eso no siempre es
posible. A veces no me salen.
- Eso se llama ex treñimiento ex presivo
- Todo lo relativo a las entrañas, además
de entrañable, es complejo, de modo que no me extrañaría un pelo que mi
dolencia tenga ese nombre tan raro.
- Fíjate tú que “entrañable” y “complejo”
no me casan nada bien
- ¿Acaso tus entrañas son sencillas?
- No, no lo son, pero tampoco son
entrañables por muy entrañas que sean. No sé si nos estamos metiendo en un
bucle. Conociéndonos, no me extrañaría nada.
- Yo también pasé una época oscura en la
que no mantenía con mis entrañas una relación entrañable. Son cosas que, bucles
aparte y aunque no nos conozcamos, le puede pasar a cualquiera. Verás cómo todo
pasa. Que no te extrañe: llegarán días en los que, de lo puro agustito que
estarás, ni sabrás ni querrás salir de tus entrañas. Claro que tampoco sabrás
salir de los bucles, que es lo que me ahora me pasa a mí.
- Yo es que no soy de mucho salir. Salgo
muy poco. Salgo a hacer la compra y salgo a la oficina principalmente, de modo
que cuando tengo ocasión de no salir, no salgo. Ni de mis entrañas, ni de los
bucles, ni de mi asombro.
- Pues podíamos quedar un día para salir
juntos al menos de un asombro, el tuyo, que desde ya hago mío.
- No sé
si sabré…
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