martes, 25 de agosto de 2015

A NINGÚN LADO


De paso callado y húmedo, consumía sus esfuerzos en el trajín de desplazarse por descampados y pedregales que parecían no ir a ningún lado. De tanto en tanto se disfrazaba de viñedo, o de olmo viejo y cansino, sólo para esconder huesos y dolencias a la vera de algún camino y dejarlos reposar. La brisa esperaba a su lado, junto al cielo vacío y al morral donde guardaba el muérdago, no fuera el caso que le faltaran las fuerzas y hubiera que empujarle de nuevo a andar, ni que decir tiene que a ningún lado.

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