lunes, 24 de agosto de 2015

UNA VENTANA


Para su cumpleaños pidió una ventana. No una mirilla, no, una ventana, y una nueva a poder ser porque con ella quería ver un mundo nuevo. Su suerte no debía ser de las peores porque se la regalaron, pero  -y hete aquí el maldito pero de siempre- el cristal no debía ser de muy buena calidad habida cuenta de que aparecían constantemente fragmentos del viejo mundo: hombres que buscaban el origen de su llanto en lejanos lugares, un loco que intentó envolver el silencio con abrazos, los delicados pulsos de unos amantes que, uno contra otro, sonaban al mismo compás, y un grupo de niños fieros y diminutos que mantenían alejados a los demonios con engaños y travesuras. Nada nuevo bajo el Sol.

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