Las
jactanciosas alas de la locura le hacían olvidar que los caminos del susurro no
son sino bandadas de pájaros extraviados en los caprichosos designios de la
luz. Y así ocurría que sus verdades, esos pedestales de hielo cicatrizado y
oscuro que con tanto esfuerzo tallaba, caían bajo sus pies convertidos en fina
lluvia de escoria, y en cascotes de escombros huérfanos de paz. Justo castigo
para aquel que no tiene más linaje que el polvo, y deja habitar en él la matriz
de la tempestad.
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