viernes, 28 de agosto de 2015

UN INSTANTE DE FELICIDAD COMPLETA


Vivía escondido, encerrado sobre sí mismo, como si en algún lado de su alma la carcoma estuviera realizando con una pasión y entrega desconocidas su trabajo devorador. De hecho, se había propuesto encerrarse y no salir hasta que el mundo se le viniera encima. Un mal día se le ocurrió entrar en la habitación de su padre, muerto hacía ya años, y abrir el cajón superior de la vieja cómoda. El intenso perfume a jabón de la casa de siempre que se apoderó de él sirvió de espoleta. Separó las hojas de la ventana de la habitación, y la noche pareció haber enloquecido de alegría. Así, una tras otra, fue abriendo cosas, muebles, puertas, gavetas, ventanas, y recibiendo dichas también una detrás de otra,  hasta que él mismo se abrió en canal y oreó sus vísceras en la enrarecida atmósfera de la estancia, con la esperanza puesta en disfrutar de un instante de felicidad completa. Nadie sabe si lo logró.

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