jueves, 4 de marzo de 2010

HUBO UN TIEMPO

Hubo un tiempo en que las cosas estaban claras. En el fondo de todo estabas tú. Y debajo de ti había un jardín cuyos senderos me conducían de nuevo a ti. Así eran las cosas. Pero todo cambió el fatídico día en el que se detectó una fisura entre mi lengua y la realidad. Una especie de brizna de limo que me puso en vilo a mí y patas arriba el mundo, de forma y manera tal que un día más resultó imposible. Desasido de la urdimbre del tiempo, agonicé. Destejido de ti, sucumbí al inapelable duelo de una nada voraz que todo lo quería para sí. Desde entonces, todo son variaciones del humo gris que ora se convierten en gris plomo y que transcurrido un rato torna al consabido humo gris. Eclipse de noches y días. Escoria de tiempo. Guijarros de nada.

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