lunes, 1 de marzo de 2010

A LO MEJOR

No es noticia si digo que las bacterias que pueden llegar a germinar en la boca de un matemático puede llegar ser causa de asombro. De hecho, esa refinada mezcla de ron y alcantarilla en la que quedaba convertido su aliento no tenía desperdicio. No se trataba, como habrán podido adivinar, de ningún problema de exactitud, sino más bien de asuntos cualitativos relacionados con la física del vivir. Por ejemplo, problemas relacionados con el origen del movimiento. Sin duda, era algún tipo de tracción animal lo que movía a aquél ser. Se movía con tal parsimonia que pareciera como instalado en otro tiempo, un tiempo raro en el que la muerte estaba abolida y el eco de unas voces imaginarias dictara el loco devenir de unos acontecimientos que se medían en unidades de pasos. Definitivamente, no era de este reino. A pesar de su gusto por el ron, su aspecto de larva recién convertida en mariposa lo delataba. Claro que bien mirado eso le puede pasar a cualquiera. Al fin y al cabo, no es difícil llegar a olvidarse de las propias verdades. Es como si las verdades olvidadas supieran cosas de uno que el tal uno ni siquiera sospecha. A lo mejor, el animal con vocación de matemático ni tan siquiera sospechaba que la luz de aquel sol oscuro cayendo en vertical sobre su testa le estaba derritiendo lo poco que le quedaba de sesos.

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