miércoles, 17 de marzo de 2010

NO SERÍA DE EXTRAÑAR

El tiempo no va a ningún lado. Carece de sentido. Si esta afirmación les resulta muy duro de aceptar podemos decir entonces que el tiempo va un día de un lado a otro y al día siguiente toma el camino inverso, o el reverso, o el semi contrario, o el para distinto, es decir que el viento va a donde va sin saber ni cómo ni mucho menos por qué es que fue o dejó de ir. El tiempo va y algunos lo vemos ir, lo cual ya me parece milagroso. Al viento le ocurre igual. Arrastra las nubes de un lado a otro hasta que consigue desmembrarlas y hacer jirones de sus almas errantes. Pero lo hace sin querer. El viento juega con las nubes como los gatos juegan con los ratones. Sin querer. Sólo porque está en su naturaleza de gato o de nube. O en su naturaleza de tiempo. Claro que no siempre las cosas son así de claras. Sin ir más lejos, en los laberintos que florecen entre cada imagen y su realidad rezuman sudores oscuros y densos es los que resulta muy fácil escurrirse y hasta perderse. Y esto que digo es válido con mayor motivo para todos aquellos entes que, como es mi caso, no recuerdan el estado originario del cual proceden. Una vez caídos o perdidos, nos cuesta dios y ayuda retornar. No sería de extrañar si al final termino como el viento, esto es, termino por no ir a ningún lado.

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