domingo, 7 de marzo de 2010

A OJO DE PÁGINA

A nadie más que a mí incumbe lo que se diga o se deje de decir en esta nota a ojo de página. Se trata simplemente de una aclaración. Atribulado, doy a luz un tiempo repetido y mimético que huye por la extensa llanura que conforma esa misma página a la que puse el ojo. Y es que donde pongo el ojo pongo la tinta. Y la origina seca. También me gusta poner orina seca en aquellas páginas a las que echo el ojo y la tinta mientras observo cómo la flor del miedo se ovilla en su enmarañamiento estrábico. Necesito ensanchar mi espacio interno y, sobre todo, necesito cauterizar el ansia que tengo de carne ajena. Y para eso no hay nada como aclararme, matizarme, eruditizarme, reverenciarme, editorializarme si cabe, hacerme de todo, lo que sea, pero a ojo de página.

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