miércoles, 3 de marzo de 2010

LOS MUNDOS AMANECIERON MOJADOS

Las coordenadas básicas del tiempo parecieron descuajaringarse, y una tras otra, en estricto silencio, las cenizas heladas en las que terminaron convirtieron sus almas fueron cayendo al abismo de un mundo que no les pertenecía. Y en él permanecen. Vacías. Desoladas. En silencio. Acarreando sobre sus espaldas la tristeza propia de aquel que nada desea, y aprovechando cada ángulo muerto para arrastrar su pesada carga por aquellos lugares en los que sólo la nada fructifica. Ni que decir tiene que, después de la nevada, los mundos amanecieron mojados.

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