jueves, 23 de febrero de 2012

ACOLCHADA DE BLANCO

Volvió a ser él casi sin saberlo. Y cuando lo supo, no quiso darse por enterado. Sólo espero el momento y ya. Primero convirtió la furia en voluntad, y luego estrujó y estrujó la esperanza hasta hacerla rezumar la última gota. Sin consejos. Sin imitaciones. Echó su pastillero al bolsillo, cogió la mano del loquero, y se fue en busca de una habitación acolchada de blanco que amortiguara el sol y la incertidumbre.

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