martes, 28 de febrero de 2012

UN HOMBRE COMÚN

El hombre que se olvidó de estar vivo era un hombre común, de esos que se alimentan de sueños inútiles, un hombre que como otros muchos, poetas inclusive, estaba dotado de un alma letárgica, dúctil y delicada, capaz de soportar lo que no está escrito. Pues bien, este gestor de sueños infecundos, mientras se olvidaba o se dejaba de olvidar de las rutinas del vivir, decidió entibar la morada del alma, atiborrarse de papel albal, y dejar de sufrir.

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