Al otro lado de la calle se oye a la esfinge cantar mientras, no sin cierto misterio, luce el gladiolo su halo de luz seca. Con voz de salitre y gesto de escarabajo, repite la esfinge su letanía de olvidos que son como sueños de arena blanca y nubes calvas. Hay plomo en las alas de las mariposas, y en este apogeo de sinrazones, todo parece febrero.
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