Hombre maduro como era y bien metidito en carnes, tenía fama de vagabundo y holgazán, y decían de él algunas lenguas que era más ladrón que el mismo Caco. Como fuere, nada se demostró nunca y lo cierto es que gustaba de tomar el aire allí por donde soplaba. Buen escudriñador de átomos, le sonaban los huesos, y todos sabían que suspendía sus palabras y hasta sus lágrimas cuando veía o creía ver a Manuela, la mujer del pescadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario