Del
bar a la cama y de la cama al bar, veía cómo las horas hueras traspasaban su
ser en ordenado desfile mortuorio dejando como saldo vivencial cráteres de nadas
y burbujas de tiempo inútil y amodorrado. Como excepciones dignas de mención,
cabe hablar de instantes de asco y de pequeños momentos de lucidez que asociaba
al salado sabor del lagrimal.
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