martes, 26 de febrero de 2013

LA PREGUNTA


Puntiagudo y mortal, el filo de la palabra esperaba oculto y en silencio la llegada del incauto que se hiciera la pregunta. Lo cierto es que penas si  tuvo que esperar. El aire trajo olores ya conocidos a almohada fresca y espagueti carbonara, y ciego de ira, el signo salió de la guarida para degollar la garganta de un animal que, más duende que fiera, se estaba interrogando sobre el pavoroso misterio de la luz sin vela.

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