Solía
pensar en los pensamientos y entonces, justo entonces, los pensamientos venían.
Bueno, en realidad no era así. Eran los pensamientos los que venían y se iban,
ellos solitos, sin necesidad de conjuro alguno. Debía ser que pensaba por
defecto, o sea que pensaba a falta de otra cosa mejor que hacer. Una noche
salió a tirar la basura, y nunca volvió.
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