Giró en el vacío, es decir, enloqueció, y su cuerpo se desplomó sobre el asfalto. Tenía raíz de pájaro y sin embargo se derrumbó como una piedra. Crecían las flores junto a los cafés y los cuchillos, y allí quedó, como carnaza para los coches y curiosidad de transeúntes, en una geografía azul de perro y sarna.
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