Mezcla de entusiasmo y horror, se disponía a comprobar un día más lo
difícil que resulta desplazarse sobre ese berenjenal de realidades deslizantes al
que llaman vida. En este esfuerzo por no caerse se producían a veces graciosos
pasos de danza que parecían acercarle, como si tal cosa fuese posible, al
sosiego de la luz. En último extremo confiaba en la perseverancia y en la
pasión que ponía en todo lo que hacía, atributos estos capaces de convertir
cualquier práctica humana en un arte.
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