El agua, los castaños, las ranas que abundaban por la
acequia…Vivía en una nube de sensaciones, una suerte de chubasco donde todo era
tan vaporoso, tan irreal, que se miraba a sí mismo como si no formara parte de
él o, por mejor decir, como si él fuera otro.
Con paciencia, había logrado adoptar el punto de vista de la eternidad. Pero
la perspectiva no lo es todo. Lo más importante era que él, fuere quién fuere
el tal él, se había propuesto escapar a las leyes del lenguaje y amar a sus
enemigos, y fue precisamente una mala gestión de esas paradojas, y no su
perspectiva, lo que le condujo prematuramente a la tumba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario