Amanece
hoy, con las urgencias de siempre, mientras las nubes de trigo y lombarda
nos auguran la humedad de un tiempo cargado de metal. Pero nada de eso dice de
ti, ni de tu carne ávida de locura, ni de la traición de unos leucocitos que
huyen desprotegiéndonos del mundo. De ti sale el resplandor que ciega los
mochuelos, y la mata de pelo ensortijado que, en perfecto desorden y en honor
al segundo principio de la termodinámica, nos habla de todo lo que de irreversible
y entrópico hay en el amor.
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