lunes, 25 de enero de 2016

FIESTA DE LUNES


Los remolinos de Somontano y la resaca de lenguas ensortijadas con retrogusto de sabor a óxido de zinc, eran reflejo fiel de la fiesta de lunes que brillaba en sus ojos. Luego vino el vértigo del oráculo promiscuo despeñándose silencioso por su cuello, y una suerte de desmayo nimio que dejaba tras de sí un inconfundible vaho a roble americano. La subió a la mesa de la cocina y, como quien amasa la esencia misma del mundo, así bregaba él con los senos de aquella mujer, su mujer, mientras la fiesta de lunes continuaba en sus ojos.

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