Se desliza sobre los silencios como si de ascuas se tratara, y
quizás por eso habla, habla, y a nadie quiere escuchar. No es necesario. Cuando
comienza la noche parece que la monserga llega a su fin, pero no es más que una
entelequia. Sin ebriedad, detenido en el infierno, simplemente sobrevive muerto
de risa. Nunca duerme. El fantasma nunca duerme.
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