miércoles, 20 de enero de 2016

INDOLENCIA


La mañanita se personó en forma de una extraña luz color perla que se deshilachaba con tal desgana sobre su cabeza. Tal era su indolencia que daba pie a pensar en lo que ocurriría si el día menos pensado se quebraran sus manojos de hebras luminosas: el esqueleto quedaría mondo y lirondo, y la luz mudaría en no más que exiguos lamparones de lumbre. Lo asombroso es que al individuo en cuestión no le atenazaba temor alguno. En lo más hondo de su pecho algo brillaba, y eso bastaba.

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