miércoles, 10 de febrero de 2010

EXTRANJERO EN MI PROPIA PIEL

Se abrió por fin una fisura en el vientre de las tinieblas de forma tal que aquél relámpago, sepultado de muy antiguo tras una piedra, pudo describir su insensata parábola de luz. Las membranas se plegaron a su paso, expandiéndose después en un aspirar y exhalar constante y vital, lo que propició la acumulación en las orillas del vértigo de millones y millones de exiguas cosmogonías. Y fue así como me vi extranjero en mi propia piel, sin otra esperanza que la de poder servir de ejemplo y solaz de aquellos que aprenden hoy la crueldad de tu evangelio.

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