domingo, 21 de febrero de 2010

QUERER DISTINTO

El hilo de la última baba aún colgaba de sus labios cuando llegó del cielo un frío capaz de ahogar los espasmos. En ese momento pensó: dejemos a las sombras en su estado de confusión natural; sin tiempo que las macere, las sombras no son nada y nada importan. Ahora conozco la fuente del error, ya que la tenue neblina del llanto no pudo ocultar el canto lúcido de las cigarras: aquel que ame en el umbral de un sueño, cantaban, tendrá miedo a soñar. La luz se hizo escueta. Llegó el tiempo de las bocas y los abrazos, y los dedos volaban en busca mi pelo. Palabras de adiós. Como pude desdibujarme no lo sé, pero terminé desdibujándome. Y una vez desdibujado, me refugie en sus huesos. Incluso yo, que no soy sino conciencia de miedo hecho carne a base de costumbres irreales, incluso yo, digo, sé que querer menos no es solución. Querer distinto, tal vez.

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