Antes, mucho antes de que se abriera el estuche de las preguntas, y antes también, mucho antes de que se cernieran sobre ellos los diluvios de silencios, sus labios se lenguaban nocturnos en el ocre limón de las arenas, dando a luz bocanadas de besos. Pero antes, mucho antes de todo, reinaba el estupor y los idilios de mejillas horadaban el tiempo.
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