Su alma enferma rezumaba excesos heredados de riqueza y de paz, razón por la cual no se dedicaba a otros menesteres que los relacionados con el buen comer y el mal dormir. Ya en épocas tardías le fue descubierto un pensamiento que, de cuatro partes, una resultó ser lujuria, otra vagabundería, y las dos restantes puro vacío existencial, nadería que diría su madre.
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