Pensaba en él, y para eso nada mejor que tenderse boca arriba y contemplar durante un buen rato el techo de la habitación. Sus carencias le definían, y así, con sus carencias y todo, hacía esfuerzos para que no le chafaran sus planes de vida. Surgían vaya usted a saber dónde, se entrelazaban unas con otras como cosa de locos, y se instalaban dentro de él dispuestas a vivir de sus costillas. Así de cabronas eran sus carencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario