sábado, 24 de noviembre de 2012

SANGRE VIEJA

Cada secuencia del sueño concluía con el mismo sabor a sangre vieja con el que había empezado. En el espejo de una habitación vacía pudo ver cómo un mosto azul se había adueñado de la carne y sus venas semejaban reptiles a punto de explotar. Al tacto resultaba igualmente repulsivo: era como estar sumergidos en nidos de pelusa contráctiles. Al principio no se reconoció pero más tarde, poco antes de despertar, pudo constatar la radical dimensión de su derrota y, por fin, pudo descansar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario