En escorzos imposibles, desproporcionados,… gente anónima yacía en la calle en forma de cadáveres mal conservados. Incapaz de seguir el hilo de un pensamiento concreto, se paró frente a un niño vestido de domingo y, con un hábil movimiento fetal, entró en su interior. Jugaba al escondite, y aquel día, el día en que el cuervo se comió la noche y la mañana con su día nunca llegó, se escondió muy bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario