Bello, grande, tierno,…en realidad tenía buena opinión de sí mismo. Era feliz, pero no bastaba. Faltaba algo y, para colmo de males, aquella tarde otro algo que sí tenía empezó a morir dentro de él. Lo que quedó en el interior de sus pupilas fue una sima oscura, y un silencio profundo, mitad hielo y mitad tinieblas, que parecía no tener fondo.
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