jueves, 15 de noviembre de 2012

REZUMANDO

Primero debió aprender a zumar, no se sabe bien cómo ni con quién, porque lo cierto es que un rato después estaba rezumando, dándose la circunstancia de que en ambos casos el zumo resultante era el mismo. También debió aprender a llorar, y a juzgar por lo bien que lo hacía su llanto debía tener no menos de dos mil años de historia. Un llanto tranquilo, blando y monótono, como el de un niño que soñaba llorar solo en una habitación pero sin estar en ella.

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