lunes, 12 de noviembre de 2012

EN LA PUNTA DE LA LENGUA

En lo que se refiere al esfuerzo por recordar aquél nombre, podría decirse que su ambición era tímida pero constante. Con todo, juraría que al menos un par de veces lo tuvo en la punta de la lengua. En las tardes de aburrimiento, cuando la clientela escaseaba en el bar, miraba y remiraba la foto pero no había forma. A veces la pedía para cogerla con las manos y mirarla más de cerca, pero nada. Más o menos en el quinto botellín siempre terminaba pensando que el olvido, a fin de cuentas, tampoco era el peor de los destinos posibles.

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