viernes, 9 de noviembre de 2012

OLOR A LLUVIA

Abrió la ventana, cerró los ojos, y respiró profundo. Más que enfadado se sentía triste, muy triste, y escapar de esa tristeza le resultaba físicamente imposible. La noche traía consigo olor a lluvia, un olor tan fuerte que deformaba la realidad y, de alguna forma, le servía de consuelo. Aunque lo pensara más de una vez, no quería morir. Sin embargo, la idea de dar un paso adelante, un último paso, el definitivo, la posibilidad de dejar todo atrás y situarse en un lugar del cual ya no se pueda retroceder, le resultaba cada vez más atractivo. Volvió a abrir la ventana, cerró los ojos, y respiró profundo.

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