Proveniente
de un recóndito lugar de la memoria hizo acto de presencia en su imaginación
una imagen que, a semejanza de otras maravillas del mundo antiguo, parecía
tener la virtud de afirmar la primacía instintiva de la sencillez y la belleza.
La imagen en cuestión tenía forma de mujer y el recuerdo de sus ojos desembarcó
en el secarral de su alma sin pudor y sin miramiento alguno, como tienen por
costumbre hacerlo las olas sobre el pedregal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario