Enjambres de palabras volaban de aquí para
allá persiguiendo bocas de las que adueñarse. Como abejas casquivanas,
dibujaban versos en su loca voladera y se inventaban a sí mismas dando a luz
palabras nunca antes pronunciadas, palabras que se posaban, a modo de dulce
veneno, en el alma de cualquier bicho bonachón que pasara por las
inmediaciones. Muertas las más, y resabiadas el resto, su avidez y su hartura
terminaban por agotar la dulzura del que las trasportaba.
Espero que esté todo bien en tu vida.
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