Portadora de un cierto aire de abandono, iba y venía, y se aburría, y se fatigaba de su aburrimiento y de su ir y venir a ningún lado, como si de un animal solitario se tratara. Tenía el extraordinario don de ver a través de las personas como si éstas fueran transparentes; sin embargo, poco o nada podía ver de sí misma, limitación ésta que serviría para explicar ese aspecto de mujer frágil que en nada se correspondía con la realidad.
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