viernes, 27 de septiembre de 2013

SÓLO QUEDÓ UNA SOMBRA


Más insomne que nunca, el número se refugió en un mar estadístico repleto de humus y falsos sueños de realidad. Para colmo de males, la luna tuvo una mala siesta, se imaginó al borde de un abismo repleto de migrañas, y nadie quiso creerla. Al fin, sólo quedó una sombra, una especie de aire entintado que paseaba su ausencia por lo que parecía un museo de viejos despropósitos. Para cuando quisieron darse cuenta llegó el dos mil cien, y estaban ya con el agua al cuello.

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