lunes, 16 de septiembre de 2013

SOMBRAS DE SILENCIO VICIADO


Decidió cambiar su suerte un día de esos en los que el sol no iluminó lo suficiente. Y no se le puede reprochar. La quería tan mar, tan ola seca, a veces la quería tan caricia imposible, que no dudó en ponerse la extrañeza por sombrero y reírse a calzón quitado de las sombras de silencio viciado que traspasaban un día sí y otro también el corredizo nudo de su garganta. Siendo cierto que, salvo la risa, nada cambió, el intento mereció la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario