Su
alma era un recinto de lona alquitranada, similar a los que se descubren en los
oscuros muelles de la noche de Bilbao, donde tenía la sensación de encontrarse
a cada hora en la tesitura de tener que elegir a la primera mujer de su vida.
No es de extrañar que el ser portador de tal espíritu se moviera
letárgicamente, y que la fatiga y la perplejidad representaran en su vida
constantes difícilmente gestionables. Imposible de saber dónde sería capaz de
llegar en esas condiciones, razón por la cual rara vez se desplazaba a sitio
alguno.
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